¿Cómo hacer tu propio portafolio fotográfico?

Para todo fotógrafo que quiere abrirse puertas hacia nuevas oportunidades profesionales y de negocio, debe tener un portafolio fotográfico como herramienta esencial. Los clientes desean ver tu trabajo y un portafolio es una manera ordenada de ofrecerles un bocado de tu talento.

Seleccionar tus mejores fotos y organizarlas no es trabajo fácil: muchas veces usamos distintos dispositivos, las guardamos en diferentes memorias y con diferentes formatos. Pero aquí te ayudaremos para que puedas armar tu portafolio fotográfico.

Clave 1: sinergia.

Dentro de la fotografía, existen muchos tipos, estilos y temas, pero tu portafolio debe tener su propia identidad, dependiendo de lo que quieres conseguir con él. ¿Cuáles es tu propia tendencia? ¿Hacia a dónde se orienta tu trabajo? ¿Fotografía de bodas, parejas, paisajes…? ¿A qué clientes quieres llegar? En fin, lo primero es identificar a qué trabajos sueles orientarte y, por ende, qué servicios fotográficos quieres ofrecer específicamente.

Por ejemplo, puedes reunir varias fotos que crees que son del mismo lugar y crees que, por ende, son del mismo tema. Sin embargo, míralas detenidamente y, de seguro, encontrarás unas que no siguen la misma línea. Es decir, fotos que no siguen la misma línea que la mayoría, podrían romper la sinergia de tu estilo y debilitar tu propuesta. Ojo con esto, es simplemente un consejo para ayudarte a organizar tus fotos.

Clave 2: el tacto importa…

La experiencia es mucho más personal para un cliente que pide ver tu trabajo cuando quiere observar, físicamente, tus fotos. Claro, es mucho más sencillo e inmediato mostrar tus fotos por vías digitales: wetransfer, correo electrónico, USB… No obstante, el valor de entregar tu portafolio impreso a un cliente es único y diferente. Además, tu talento estará al alcance de sus manos.

Clave 3: imprímelo bien.

Ya te hemos dicho que lo ideal es que tu portafolio fotográfico sea físico. Sin embargo, debes tomar ciertos puntos en consideración al momento de imprimirlo. Por ejemplo, cuando compras la libreta donde colocarás tu trabajo, fíjate bien en sus dimensiones, pensando en el tamaño de tus fotos. Escoge una carpeta que vaya de acuerdo con tu personalidad.

Otro punto es que debes escoger bien la primera foto. Es literalmente la primera impresión que se lleva el cliente de ti. ¡Sácales un “wow!”, de una vez, y déjalos “picá’o” para que quieran ver más de tu trabajo!

Además, es importante que les dejes claro a quién pertenece el portafolio. No puedes depender de que tu estilo sea lo único que represente tu nombre: a veces, toca pensar más fríamente y recordar siempre que lo más práctico es que el cliente tenga tus datos a su alcance. Coloca desde una mini biografía o perfil hasta un encabezado que recuerde tu nombre y datos para contactarte.

Dato 4: el diseño.

La armonía visual ayuda muchísimo al momento de captar la atención de tus clientes. Tu portafolio no debe sentirse cargado a la vista. Al cliente seguramente se les cansarían los ojos. Sin embargo, si hay armonía, quizás en una página ni siquiera se perciba que hay una cantidad numerosa de fotos. Lo ideal es unificar tu trabajo bajo los mismos elementos. Por otro lado, aquellas fotos que tienen su propio “feeling” pueden permanecer solas de tal forma de garantizar su impacto en su espectador.

Nuestro consejo es que, si no sabes mucho de diseño e, incluso, quieres jugar un poco con la psicología visual y storytelling para convencer a un cliente, entonces chequéate tutorials o, ¡la vieja confiable!, llama a ese amigo diseñador que te dé una mano con tu portafolio.

Dato 5: “y fueron felices para siempre…”

El final feliz es importante. La primera impresión cuenta y la última es el gran recuerdo. Cierra con broche de oro y piensa bien cuál será esa última foto que pondrás en tu portafolio.

Si necesitas ayuda o aclarar alguna duda, puedes enviarnos un mensaje en la sección de comentarios o escríbenos a nuestras redes sociales @canonpty y por marketing@canon.com.pa

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