La mejor cámara que he tenido
Cuando empecé a interesarme en el mundo de la fotografía, la primera pregunta que venía a mi mente – como le pasa a la mayoría – era “¿qué cámara debo comprar?”. Muchas respuestas surgían y las típicas frases como “no es el arco ni la flecha, es el indio”, “no es el sartén, es el chef”, también comenzaban a colarse en mi cabeza.
La decisión se limitó a mi bolsillo. No me quedó de otra que comprar la cámara que alcanzaba a mi presupuesto. Claro, para ese tiempo, la fotografía no era más que un hobbie para mí y pensaba que la cámara debía hacer gran parte del trabajo. O sea, si las fotos no me salían como yo quería – o no las veía “prittys” como fotos de los demás – era porque mi cámara no era tan buena como yo pensaba o no era tan “pro”. Entonces, me di a la tarea de comprar cuanto equipo podía. Obvio, mi presupuesto era muy limitado y, por ende, lentes y flashes genéricos fueron parte de mi equipo por muchos años.
No fue sino hasta cuando comencé a hacer fotografía profesional, que comprendí que el equipo no haría el trabajo solo. Mi habilidad como fotógrafo me ayudaría a entender mejor a mi equipo. Mientras más conociera a mi equipo y más entendiera qué yo quería lograr en mis fotografías, mejor resultados obtendría. No podíamos seguir tomando fotos como entes independientes... No era el sartén aparte del chef ni el indio solo sin arco ni la flecha, era una relación entre todos.
Apenas cambié la forma de ver la fotografía, mis compras cambiaron. Los cambios, al menos para mí, empezaron a obedecer a las necesidades que la misma experiencia me iba dictando. Por tanto, empecé a actualizar mi equipo cuando dicha actualización satisfacía alguna necesidad y no simplemente la compraba por comprar. Y ojo, por necesidad no creas que me refiero a “conformarse”. Tú determinas qué es tu necesidad. Muchas veces fue necesidad mía renovarme, comprar equipos para lograr resultados distintos y tuve que adquirirlos.
Han pasado muchos años y todavía considero que la mejor cámara que tengo es aquella que compré hace 10 años. Pero también creo en los accesorios y todo el equipo que con los años le fui comprando. Creo en ellos, porque sé que aprendí a adquirirlos de forma responsable, entendiendo bien mis necesidades. Mi equipo es una extensión de mi mente, de mis sentimientos y de mi creatividad. Mi fotografía nace dentro de mí y mi equipo es el instrumento para “sacarla al mundo”, para hacer mi idea realidad. Por eso, no es el arco ni la flecha ni el indio... Es la relación entre los tres.